Memento Mori

Emblemata Sacra. Rev. Daniel Cramer, 1624 (www.funeralzone.co.uk)

Ya que había terminado de trabajar, y me encontraba cerca, me dirigí atraído por la reciente tragedia. Allí, a paso lento, bajando hasta La Boqueria, recorrí la misma distancia en que ésta se medía.

A ambos lados, temblorosos parterres de llamas tímidas entre el silencio. La luz eléctrica apenas nada distinguía, puesto que eran el fuego y las flores lo que atraía toda la atención.

Las capillas fueron instaladas irregularmente a ambos lados. Una complicidad del silencio que se comparte en los deambulatorios indicaba que justo allí, en ese mismo lugar, o en aquél, se había apagado una vida.

Ese relumbre de iglesia durante el anochecer encerraba una comunión. Muchos lo fotografiaban para enseñarlo a sus países y así demostrar la inmediatez del duelo durante su jornada. Otros, decían, lo retenían porque en aquellos pétalos ardía el aroma de la compasión.

Dos hombres se habían subido a un árbol para fijar otro cartel de homenaje. A su alrededor, todos los miraban en silencio. Y sin embargo, La Rambla seguía siendo multitud y vibración, de aquella que da lugar a metáforas de todo tipo; estación, vena, corriente o caudal; fluida como el agua, o la sangre, adoptando la forma de aquello que contiene; y así era como la rutina iba retomando el día a día.

Me alejé hacia plaça Catalunya. Aquella estampa se parecía demasiado a la de sus precedentes. ¿Por qué iba a ser diferente? Por un instante pensé en aquellos fotógrafos; me había fijado en las pantallas de sus móviles y había creído entrever en los encuadres el deseo de retener toda la tragedia en sus consecuencias. Sin embargo, aquella expectación se reflejaba contra otro espejo que no era el de las cámaras réflex, o la pantalla de sus móviles.

Porque la multitud que allí se identificó con los muertos fue arrollada por otro vehículo cuyo rugido apenas se escucha, con una fuerza capaz de destruir todo deseo. Fuimos aplastados por la posibilidad; la posibilidad en una hora de un día, al descubrir en el reflejo de las llamas aquellos que habían estado allí también, tomando fotos de La Rambla en aquella hora de aquel día.

Share This:

Esta entrada ha sido publicada en Todo y etiquetada como , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *